Soy el propietario poco orgulloso de una hermosa hernia discal que, de cuando en cuando, se presenta de improviso, para quedarse unos dias entre nosotros, concretamente entre mi ultima lumbar y mi primera sacra, al modo del familiar pesado que se descuelga de repente con unas inesperadas vacaciones sin haber sido invitado.
Esta compañera de fatigas que me acompaña desde hace casi 20 años, ha sido en ocasiones motivo de grandes holganzas y de no menos grandes alegrías. Fue la responsable de un "inutil" en mi expediente militar, que me dejó exento de tan "grato" deber patrio como era aquello que llamabamos míli y que - según se predicaba- nos hacía hombres.
Despues de aquello, no me quedó más remedio que hacerme hombre por mi mismo. No me mireis con escepticismo, yo he hecho lo que he podido.
La semana pasada, mi hernia amiga, me vino a visitar mientras bajaba con mi Santa por la pista del Cordón en la estación de Sierra Nevada. Ese mismo día salimos al terminar la jornada de esqui a correr unos kilometros y a la media hora lo tuvimos que dejar. Se acabó la semana deportiva para mí.
Y eso incluía la media maraton de la Latina, celebrada ayer y que hasta ultima hora de la tarde del sabado tuve en la cabeza, pero era mejor descansar y no hacer el burro, por que el objetivo es sin duda el Mapoma.
Hoy, una hora de natación para suplir la falta de entrenamiento y a ver si los riñones, que los tengo al jerez, se portan como es debido. He estado leyendo la cronica de Merak sobre su cruce de los Andes con Anita y se me cae la baba.....¿algun día algo así...?
Si algo estoy aprendiendo este año es aquello de
"...no digas nunca de este agua no beberé"